Gladys Tzul Tzul
Comunidad de Estudios Mayas
1. El Punto de partida
Mi reflexión se inscribe en un universo concreto:
Totonicapán y sus sistemas de gobierno comunal, sus tierras comunales
(1) y las disputas en torno a su uso y posesión, luchas
que se despliegan en un tiempo largo. Un tiempo
que registra el antagonismo que se fragua entre el sistema de
gobierno comunal indígena y el sistema colonial de dominio y
explotación que hoy día se prolonga en
la estructura estatal liberal guatemalteca.
En el presente texto me propongo exponer una sucinta
argumentación del despliegue de los sistemas de
gobierno comunal en Totonicapán y con ello iniciar una discusión
sobre la pertinencia de entender la política desde lo común. Mi punto de
partida es que lo común es una relación social (2) y que para el caso de
Totonicapán—pero también a otras sociedades indígenas—las 48 comunidades funcionan como
tramas de relaciones sociales entre hombres y mujeres que históricamente
se han organizado para la reproducción de la vida, es
decir organizar un gobierno. Siendo este el punto de partida, nociones como el k’ax k’ol o trabajo comunal podrá ser
interpretada como lo que realmente significa: la organización del trabajo
de mujeres y hombres para garantizar las condiciones materiales para
la vida en colectivo y que además funciona como un mecanismo de inclusión
a la vida comunitaria.
Preciso hacer dos distinciones, la primera es
manifestar mi separación a los argumentos que se centran en la concepción de
que las sociedades indígenas se organizan por usos y costumbres
construidas desde una identidad. Esas interpretaciones que codifican lo
indígena como una categoría de identificación cerrada y sustancial
dan cuenta de argumentos que se concentran en decir lo que es y lo
que no es indígena a partir de una categoría que se pretende universal.
Este tipo de argumentos encubren la producción histórica de luchas
de mujeres y hombres indígenas que han organizaron la vida en
comunidad en condiciones de luchas contra la dominación, más
bien lo que hay en la memoria colectiva de los pueblos y en
particular en Totonicapán son una serie de relatos que dan
cuenta de raigambres de luchas indígenas que datan desde los tiempos
de la colonia y que permanentemente se están actualizando. Cada sociedad ordena
su tiempo, ocupa un territorio y hace uso de sus historias para
actualizar sus luchas en el despliegue actual, lo cual dista de una pura
costumbre. Al respecto tomo las reflexiones de García Canal quien
analiza sobre el orden del tiempo "(…) orden de tiempo es la
forma en la que cada sociedad desde su propio presente enlaza los tiempos
–el pasado, el presente y el futuro—y provoca relaciones disimiles entre los
campos de experiencias y los horizontes de expectativas” (3).
Mi segunda distinción, es con aquella otra postura que
argumenta que el dinamismo comunitario en las sociedades indígenas
-y en Totonicapán- deviene del rol central de las elites indígenas
que conducen a las comunidades, al contrario yo
pienso que los sistemas de gobierno han funcionado a pesar de
las élites indígenas, sin que esta afirmación me permita negar que
en los sistemas de gobierno participen una pluralidad de
hombres y mujeres que son más o menos visibles por sus relaciones
con instancias estatales y/o académicas. Dado que los sistemas de
gobierno comunal organizan la vida cotidiana, entonces las mujeres y
hombres participan en el servicio comunal y tiene que
hacer sus jornadas de trabajo comunal. En suma, han de
participar en la vida comunitaria de la misma manera que todos los
demás.
Asamblea 194 después de la Rebelión de Atanasio Tzul.
Tomando de la página web de los 48 cantones de Totonicapán. Noviembre de 2013.
|
Los
sistemas de gobierno comunal históricamente han organizado y
autorregulado la vida cotidiana sobre territorios que permanentemente se
salvaguardan. Así, mujeres y hombres, históricamente organizados en
familias que han formado linajes de larga data producen una relación
comunal del uso de la tierra, han ideado, creado
y decidido desplegar de manera colectiva una serie de prácticas y
disputas por y para la defensa de los medios concretos que
garantizan la reproducción de la vida, es decir, el territorio, el agua, el
bosque. A esto me refiero cuando nombró sistemas de gobierno
comunal indígena.
Si
tomamos a los sistemas de gobierno comunal como una
clave de interpretación, entonces podremos entender la
potencialidad de las luchas, sublevaciones y formas estratégicas de
negociación que se han desarrollado a lo largo de los años. Formas de
negociación algunas veces son contradictorias y ambivalentes, pero dan cuenta
de complejos sistemas políticos que han producido formas de autorregulación de
la vida cotidiana.
Sistema de
gobierno comunal también puede ser entendido desde el ámbito de la
reproducción, y a ésta la entiendo como “Los múltiples espacios donde se
producen y reproducen los alimentos, donde se cuida, se capta y se usa el agua,
donde se genera y se gestiona la vida cotidiana, se crían a las nuevas
generaciones y se dota de sentido a la existencia” (4). Puntualizo: gran
parte de ese trabajo colectivo es realizado por mujeres, de tal manera
que es el trabajo de las mujeres una fuerza nuclear en el
despliegue de los sistemas de gobierno.
Como ya
dije, en este texto me concentro en la singularidad de Totonicapán y sus luchas
concretas en materia de la organización de la vida y la
defensa de la tierra comunal, no solo por mi experiencia concreta de vida
gestada ahí, sino también porque permite analizar y develar los
mecanismos del cercamiento de tierras y las embestidas que permanentemente
dirige a las formas de gobierno comunal el sistema liberal. La singularidad
también permite comprender un proceso en sus interrelaciones, en este
sentido, Totonicapán también ha de ser interpretado a partir de los
encadenamientos políticos y económicos que se construyeron con los demás
pueblos que habitan los territorios del Iximulew.
Un ejemplo
que puede ayudar a esclarecer lo que digo son las protestas
contra el trabajo forzado y la ley de vagancia que sucedían en
los mismos años en Nebaj y en Totonicapán. En Nebaj los principales
dirigen un memorial al Presidente de la República quejándose de los
contratistas y el trabajo forzado, acto que dio inicio a un
levantamiento que en 1936 fue reprimido por No reconocer a la
autoridad Estatal (5). Por esas mismas fechas la alcaldía
indígena de Totonicapán enviaba una carta donde
exigían que se retirara la ley contra la vagancia y de los
trabajos forzados, aquí me resulta imposible pensar que nunca se
escucharon de las sublevaciones entre los pueblos y tampoco es
disparatado decir que se organizaron conjuntamente los levantamientos y las
protestas.
Para abonar
a lo anterior, quiero referirme a la tradición comerciante de Totonicapán, que
en su mayoría fue realizada por hombres que recorrían una infinidad
de pueblos, en Guatemala, Salvador, Honduras y México, ese contacto seguramente
extendió las ideas políticas indígenas sobre las luchas y la necesidad de
romper el orden de dominación de esos años. Totonicapán se sublevó para
desconocer la ley de jornaleros (6).
¿A qué
aluden los sistemas de gobierno comunal? A la Soberanía. A mi
entender en los sistemas de gobierno comunal se juega la
construcción de soberanía, es decir la prerrogativa de la decisión política. Es preciso abandonar la clave estatal nacional para
analizar la perspectiva de la soberanía. Tomo las ideas de López
Bárcenas que propone una inversión del sentido en el que
tradicionalmente han sido planteadas las cuestiones políticas. “Los
titulares de la soberanía no sería algún tipo de Estado Nación sino los
pueblos indígenas en ejercicio de autonomía” (7). De tal forma
que el término de soberanía que utilizo en este texto
no abreva de la clave estatal-nacional sino de la capacidad
de decidir y de organizar colectivamente la vida en un determinado
territorio. Es una soberanía que está permanentemente agredida por las fuerzas
estatales, no es un proceso cerrado y completo.
Este
proceso de producción de soberanía hay que introducirla en una dinámica
histórica del hacer comunal-asambleario que produce una decisión, esto da
cuenta de que los sistemas de gobierno comunal no están dados, sino que
permanentemente se están actualizando y produciendo.
Mi
interpretación sugiere que en el despliegue de los sistemas de gobierno
comunal se produce una política en común
que gestiona y regula la vida colectiva, por lo tanto establece un
orden de mando que permanentemente disputa al Estado guatemalteco la
prerrogativa por decidir y organizar la vida. Es una pelea por decidir las
formas del uso de los medios de vida: la tierra, al agua, el
bosque, los caminos.
¿Cómo
y de qué manera se disputa este orden de mando? Dado que los sistemas de
gobierno comunal se constituyen en tramas de política no estadocéntrica y
que van modificando drásticamente las más fundamentales relaciones de
mando obediencia que segmentan, jerarquizan y estructuran a las sociedades
(8). Desde el momento en el que se centra la atención en la reproducción y
en los medios para garantizarlos y eso ya significa otro lugar
diferente al estatal. Sin que esto significa de ninguna
manera que este libre de toda tensión interna, al
contrario, el proceso de producción de decisiones y de
organización genera una serie de tensiones.
Ahora bien,
si se mira con esta clave las confrontaciones entre los sistemas de gobierno
indígena y el Estado nación guatemalteco pues es posible distinguir con mayor
claridad la capacidad que han tenido los sistemas de gobierno comunal en
Totonicapán al fracturar los esquemas de la política nacional
guatemalteca, de poner límites al Estado para que no decida sobre la vida
política comunitaria.
Propongo
esta clave para interpretar que la violencia que se ejerce sobre los
pueblos indígenas es por una disputa de soberanía en el territorio.
Traigo a colación el levantamiento indígena que el 4 de
octubre de 2012 se desplegó en Totonicapán. Este fue un levantamiento que
planteó límites al Estado. Ese día la carretera interamericana
fue ocupada como medida de presión para limitar jurídicamente al
Estado y a las empresas multinacionales que fue
objeto de represión y de una masacre. En este multitudinario
levantamiento en el que participaban mujeres, hombres, niños, niñas, jóvenes y
ancianos k’iche’s de los cantones y comunidades de Totonicapán ocuparon varios
puntos de la carretera, pero eran nucleares por su importancia: Cuatro
Caminos, Alaska, Xencachavox y la Morería con las siguientes. Los límites que
se querían poner eran:
a) Rechazar
el proyecto de reforma constitucional que quiere instaurar el gobierno de
Otto Pérez Molina y que busca modificar el estatuto de los pueblos indígenas en
la Constitución de la República, (art. 1 y 66) que niega y ataca los procesos y
trayectorias de autonomía que hemos venido desarrollando históricamente por el
autogobierno soberano en los territorios comunales que
habitamos. Asimismo esa reforma busca la posibilidad de constitucionalizar la
presencia y ejecución de “fuerzas combinadas” (término de uso común que
significa la actuación conjunta de ejército y policía) para “establecer
la paz social” (art. 244, 246 y 250);
b) Revisar
las causas de los altos cobros en las tarifas eléctricas de la Empresa privada
que presta el servicio de electricidad, Energías de Guatemala, ENERGUATE; y
c) Apoyar
las protestas de los estudiantes del Magisterio contra el incremento en los
años de estudio (de 3 a 5) en la carrera magisterial.
Los
resultados los conocemos en números de asesinados y heridos porque
el ejército perpetró una masacre donde murieron 6 hombres y
quedaron heridos más 30. ¿Qué estaba en juego para que el
Estado ordenara disparar? Con los argumentos anteriores se puede
decir que un levantamiento de esta naturaleza disloca la soberanía que
el Estado supone detentar sobre lo que considera territorio
nacional. El ejercicio político comunal de Totonicapán–y de varios
pueblos más-pone en entre dicho tal supuesto.
Foto
del día 5 de octubre de 2012.
Acto de homenaje a nuestros compañeros muertos en la masacre del 4 de octubre. Tomada de la página del Concejo de Pueblos de Occidente. |
NOTAS:
*Agradezco los comentarios que recibí de mis colegas de la Comunidad de Estudios Mayas, Aura Cumes,
Edgar Esquit y Emilio del Valle Escalante. Por su puesto,
las carencias son mi responsabilidad.
(1) Se
conoce como tierras comunales a las propiedades que son los territorios en los que se habitaba antes de la invasión colonial, son las que se han
defendido incesantemente a lo largo de la historia y las que se compraron en el siglo XIX. En 1875 las autoridades comunales se organizaron para realizaron procesos de ampliación de la tierras comunales por la vía de la compra. Esto se transmite en los informes,
las consignas y los recorridos de las
tierras comunales que realizan las
autoridades y representantes de las
comunidades.
(2) Mi
reflexión de esta temática se
deriva de las lectura de los textos de Silvia Federici
quien interprrta que comunidad no
es una realidad cerrada, como un grupo de personas
unidas por intereses exclusivos, que los
separa de los otros como las
comunidades basadas en la religión.
Comunidad es un tipo de relación social.
Ver Federici, Silvia. La Revolución Feminista Inacabada. Editorial
Escuela Calpulli. México 2013.
(3) García
Canal, María Inés. Entre Memoria de Mujeres y de género. Revista Debate Feminista, Año 24 Vol 48.
México, Octubre de 2013.
(4) Gutiérrez
Aguilar, Raquel, prólogo del libro
La Revolución Feminista Inacabada. Ibíd.
(5) Equipo
de Memoria Histórica: Cuatro Rumbos y una historia de resistencia:
Resistencia del Pueblo Ixil. Consejo de Autoridades Ancestrales Mayas del
a Región Ixil. Fundamaya, Boletín Informativo de 5 de junio de 2013. Guatemala.
(6) Es la
denominada rebelión de los señores de Chuitamango. Se dice en los relatos de la memoria local en Totonicapán que llegaron cientos de
comuneros al centro del pueblo para informar que no realizarían trabajos forzados.
(7) López
Bárcenas, Francisco. Autonomías Indígenas en América Latina. Textos Rebeldes, primera edición. La Paz Bolivia 2007.
(8) Raquel Gutiérrez reflexiona de manera más amplia lo que se refiere a
la Politica no Estadocentrica. Ver
Más allá de la “capacidad de
veto” El difícil camino de la
producción y reproducción de lo
común. Reflexiones desde América Latina.
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