Friday, December 27, 2013

A casi dos décadas de los Acuerdos de Paz en Guatemala*

Emilio del Valle Escalante
Comunidad de Estudios Mayas / 
Univ. de Carolina del Norte, Chapel Hill, EU

El 29 de diciembre de 1996 tuvo lugar la firma de los Acuerdos de Paz que formalmente dieron fin a 36 años de represión política institucionalizada en Guatemala. Luego de casi dos décadas de este acontecimiento histórico, ¿Dónde estamos hoy—especialmente los Pueblos Indígenas—frente a estos Acuerdos?

El fin formal de 36 años de represión política estatal, para muchos indígenas, representó un nuevo comienzo. Como se sabe, luego de la firma de los Acuerdos de Paz vimos cierto protagonismo de organizaciones Mayas que ganaron un poder de convocatoria política a nivel nacional. Se pusieron en la mesa de debate importantes discusiones sobre reivindicaciones territoriales, culturales, lingüísticas y religiosas; se inició todo un proceso de revisión histórica que de otra manera empezó a visibilizar el protagonismo histórico de los Pueblos Mayas, Xinkas y Garífunas. Pero si bien hemos de celebrar estos logros, otros aspectos de los Acuerdos han sido prácticamente sepultados. Me quiero referir en este espacio a Los derechos relativos a la tierra de los Pueblos Indígenas

En los Acuerdos de Paz, Los derechos relativos a la tierra se sustentan en la constitución guatemalteca de 1985 donde el estado guatemalteco manifiesta su obligación con los Pueblos Indígenas. Tanto en los Acuerdos de Paz, como en los Acuerdos sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Inígenas (AIDPI), Los derechos estipulan, entre otras cosas, garantizar "la tenencia de la tierra comunal o colectiva, como la individual, así como el aprovechamiento de los recursos naturales en beneficio de las comunidades, sin perjuicio de su hábitat [sic] Asimismo, establece la obligación del Estado de brindar protección especial a las tierras de cooperativas, comunales o colectivas; reconociendo el derecho de las comunidades indígenas y otras a mantener el sistema de administración de las tierras que tengan y que históricamente les pertenecen, además de contemplar como obligación del Estado el proveer de tierras estatales a las comunidades indígenas que las necesiten para su desarrollo" (27).(1) 

A casi dos décadas de la firma de los Acuerdos de Paz, estas palabras parecen representar letra muerta cuando consideramos algunas de las luchas por la defensa del territorio que se libran en Guatemala. En lugares como Santa María Xalapan en Jalapa, Barillas en Huehuetenango, San Marcos, San Juan Sacatepéquez y Totonicapán, ¿Dónde ha quedado la obligación del estado guatemalteco por “brindar protección especial a las tierras cooperativas, comunales o colectivas”? ¿Dónde están los derechos de las comunidades indígenas a mantener sus “sistemas de administración” territorial? Contrario a lo estipulado en los Acuerdos y el AIDPI, el estado guatemalteco más bien ha irrespetando leyes que favorecen nuestras reivindicaciones en nombre de políticas neoliberales extractivistas depredadoras. En este sentido, el mundo “globalizado” al que supuestamente Guatemala entró luego de la firma de los Acuerdos de Paz, marca para muchos de nosotros, el inicio de una etapa neocolonizadora.

Esta etapa se manifiesta descaradamente a través discursos de “desarrollo económico” que se realizan desde varias cúpulas de poder y sus aparatos estatales de dominación. Ahí está hoy día el gobierno liderado por Otto Pérez Molina, un exmilitar que en octubre de este año se jactaba de que la inversión extranjera en Guatemala haya aumentado en un 25%.(2) Tales inversiones, según él, convertirán al país en uno de los más “reformadores del mundo”, “un centro logístico energético” con “exploraciones petrolíferas, y capaz de captar la inversión extranjera por medio de ‘incentivos fiscales y leyes modernas para el mercado laboral’”.(3) De ahí que Pérez Molina defienda y aplauda el estatus quo y los intereses capitalistas de empresas (trans)nacionales como Cementos Progreso, empresas mineras como la “Marlin Gold” y proyectos hidroeléctricos como Cambalam I, operado por la empresa Hidro Santa Cruz, la cual es subsidiaria en Guatemala de la empresa española Hidralia Energía.


Sin embargo, con ideas de “captar inversión extranjera”, estamos sin duda alguna frente a nuevas políticas estatales que sustentan su poder en base al egoísmo elitista del capital trasnacional. En Guatemala, estas políticas operan a través “diálogos” realizados a puertas cerradas, los cuales han violado las consultas populares comunitarias que rechazan la economía extractivista depredadora de empresas (trans)nacionales. Quienes se resisten a estas políticas económicas, como Yolanda "Yoli" Oquely Veliz o Diodora Antonia Hernández Cinto, se encuentran con campañas de intimidación, manipulación, persecución, encarcelamiento y hasta muerte.(4) Pareciera más bien que el reloj de la historia ha iniciado una marcha retrospectiva que paulatinamente nos devuelve a un pasado lleno de incertidumbres; un pasado-presente que se vuelve a caracterizar por sus incesantes violaciones a los derechos humanos. 

En efecto, con el establecimiento del neoliberalismo luego de la firma de la Paz, al igual que en el pasado, se han resucitado campañas de persecución, encarcelamiento y asesinato contra los líderes comunitarios como Santos Ajau, Daniel Pedro Mateo y Tomás Quej, quienes heroicamente defendieron sus territorios contra las campañas extractivistas depredadoras. Sus asesinatos permanecen todavía en la impunidad.


Estas tácticas de intimidación, así como las políticas neoliberales abanderadas por los gobiernos “democráticos” luego de la firma de Acuerdos de Paz, van pareciéndose mucho a lo que Patrick Wolfe describe como el “colonialismo de asentamiento” (settler colonialism), el cual opera en base a su deseo por eliminar al “nativo”. Este proyecto lo articula el colono – en nuestro caso, el ladino o el criollo que abandera estos proyectos neoliberales extractivistas – mediante su incesante lucha por apropiarse de territorios indígenas y los bienes naturales. La tierra es vida y sobrevivimos en base a lo que ésta nos ofrece. De allí la importancia de los colonizadores y los colonos de, por un lado, eliminar o desarraigar a las comunidades mayas de sus lugares de origen a modo de establecerse en sus territorios y explotarlos; y/o por el otro lado, de domesticar y cooptar al Indígena a modo de encontrar apoyo a sus campañas de despojo, colonización y asentamiento.(5)

Tomando esta línea de argumentación, las compañías (trans)nacionales en Guatemala operan al amparo de un estado guatemalteco que en lugar de velar por el bien común y los intereses colectivos de su sociedad, más bien funciona como un capataz que al recibir su pago se quita el sombrero y agacha la cabeza para decir “sí, señor. Gracias señor”. Luego, ayuda a estas empresas a cargar sus barcas de bienes naturales que van a diferentes partes del llamado “primer mundo”. Nos damos cuenta cómo las políticas económicas en un país como Guatemala son más bien dictadas por empresas (trans)nacionales, las cuales con dar migajas al estado guatemalteco y las elites económicas nacionales, guían el camino de “nuestro desarrollo”. A todas luces el estado y sus instituciones se ponen de rodillas ante el capital transnacional depredador. Desde ahí, descaradamente se articula una nueva promesa de prosperidad que se sustenta en el beneficio de unos pocos, la miseria de muchos y la devastación de la naturaleza. 

Esto tampoco es para sugerir que sectores indígenas—como algunos alcaldes o indígenas vinculados al ejército guatemalteco—queden inmunes ante el discurso neoliberal. El éxito del capitalismo ha sido precisamente su capacidad de ganar adeptos a su causa, logrando promover un falso anhelo de prosperidad económica al que se puede llegar con “arduo trabajo”. La Gremial de Empresarios Indígenas GUATEMAYA es ejemplo de esto dado que han encontrado en el neoliberalismo un atractivo a sus ambiciones políticas y materiales. Han hecho una alianza con las cúpulas de poder en base a su alejamiento de sectores populares indígenas que sobreviven la globalización desde la subalternidad. Por ejemplo, durante las celebraciones del Año Internacional de los Pueblos Indígenas en agosto de este año, la Gremial se quejaba de las manifestaciones y los bloqueos realizados en el país por las 12 Comunidades kaqchikeles de San Juan Sacatepéquez, quienes resisten las campañas neoliberales de Cementos Progreso en su territorio.(6) 

Los enormes retos que los Acuerdos de Paz pusieron en la mesa para los gobiernos “democráticos” guatemaltecos, particularmente los derechos territoriales, fueron pues, dejados bajo la alfombra. Muchos a lo mejor pensaron que con una firma y una celebración de “paz” todos los problemas generados por la represión política de una vergonzosa historia guatemalteca se esfumarían a modo de dar paso un “borrón y cuenta nueva”. En retrospectiva, parece más bien que el pacto social que se estableció con la firma de los Acuerdos de Paz marco el inicio de una etapa neocolonizadora caracterizada por una descarada complicidad entre las elites guatemaltecas con los grandes dueños del capital transnacional. Al igual que en el pasado, estamos ante nuevas luchas por la vida y la defensa del territorio.

Vale añadir también que estas luchas no solo se libran en estos espacios contra empresas (trans)nacionales. Podemos mencionar los esfuerzos de los Mayas ixiles en el terreno legal con el juicio por genocidio al ex–general Efraín Ríos Montt, un Hitler que diez días después de haber sido condenado a 80 años de prisión salió de la cárcel al considerarse que había habido “errores” en el proceso por el que se le juzgaba.(7) La “posguerra” también extendió un nuevo manto de impunidad manifestado a través de la re-emergencia o visibilización de grupos del crimen organizado como los carteles de drogas, o quienes ejecutan feminicidios en varias partes del país.(8) En este sentido, la firma de los Acuerdos de Paz representa una continuidad a la violencia institucionalizada que hemos vivido en el pasado. 

Impresionante como la historia sigue un rumbo donde el poder, en lugar de aprender del pasado para no repetir las mismas catástrofes, más bien lo aprende para deformarlo, adoptarlo para sus propios fines y seguir haciendo exactamente lo mismo. Aquel dicho en el campo de la historiografía que dice, tenemos que saber y conocer la historia para no repetir los errores del pasado, se usa en Guatemala por los de arriba para sustentar y fortalecer su estatus quo. Para ellos, la historia es un archivo que es estudiado minuciosamente para actualizar y mejorar estrategias de dominación. 

Pero dentro de esa historia, también sabemos muy bien que nosotros podemos alimentar nuestro espíritu de lucha, dignidad y perseverancia con las historias de muchas mujeres y hombres mayas y no mayas que con su activismo y sacrificio, desde muchos siglos atrás, empezaron a desafiar el colonialismo y sus estrategias de dominación. Son esas otras experiencias y narrativas las que han venido tejiendo una telaraña colectiva que nos recuerda que la historia también tiene hilos de otros colores. 


Notas 


*Agradezco mucho los valiosos comentarios y sugerencias que recibí de Aura Cúmes, Gladys Tzul y Edgar Esquit a versiones tempranas de este texto. El resultado final es mi responsabilidad.

1. Véase pg. 26-29 de estos Acuerdos: http://biblio3.url.edu.gt/Publi/Libros/Rupturas/03.pdf Para una especificación más sustantiva sobre los derechos relativos a la tierra, véase también el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, http://biblio3.url.edu.gt/Publi/Libros/Acuerdos-de-Paz/37.pdf especialmente el inciso “F”, pgs. 268-271. 

2. “Pérez Molina desvela su pacto por la seguridad, inversión y fin desnutrición”. El país. Sección de economía. 25 de octubre del 2013. http://economia.elpais.com/economia/2013/10/25/agencias/1382733649_669896.html

3. Ibidem:

4. Ver el artículo de Edgar Esquit, “Criminalización y negación de la política comunal maya” 2 de septiembre del 2013. Blog: “Comunidad de Estudios Mayas”.

5. Patrick Wolfe, “Settler Colonialism and the Elimination of the Native”. Journal of Genocide Research 8(4) 2006, 387-409. (pg. 387).


7. Para documentación e información sobre el juicio por genocidio contra Efraín Ríos Montt, ver Juicio a Ríos Montt: http://riosmontt.com.es/

8. Para información sobre el feminicidio en Guatemala, véase el blog de “El Grupo de mujeres Ixchel”:

Monday, December 9, 2013

Pronunciamiento sobre cierre de CIRMA


Comunidad de Estudios Mayas
Colectivo de Fotógrafas Indígenas Con Voz Propia

Nosotras y nosotros Comunidad de Estudios Mayas y Colectivo de Fotógrafas Indígenas Con Voz Propia, manifestamos nuestra preocupación y nos pronunciamos con respecto al cierre abrupto del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA). Esta situación coloca en peligro la existencia de los fondos documentales y demás bienes confiados a esta institución a lo largo de su existencia; termina con una institución que podría ser de provecho para la generación de conocimiento y memoria histórica de los pueblos, e irrespeta los derechos de los trabajadores,

1.    Debido a la larga historia de expropiación en este país, tenemos el temor de que los archivos (fotografías, registros visuales y digitales, y documentos históricos únicos) acumulados por CIRMA, salgan de Guatemala o caigan en manos privadas de sectores conservadores, como ha ocurrido con tantos bienes, -especialmente patrimonio de los pueblos indígenas-, apropiados por grupos dominantes.
2.    Tomamos posición como mayas, porque no vemos los archivos en sentido estricto y exclusivo como un patrimonio nacional y universal. Para nosotras  y nosotros representan primero, la evidencia gráfica e histórica de las formas de dominación y de intermediación que desde la colonia se establecieron sobre hombres y mujeres que conformamos los pueblos indígenas y campesinos tanto en este país como en Mesoamérica. Las imágenes y los documentos exhiben también las miradas y las ideas sobre nuestros predecesores y su pasado. Éstas además, guardan la memoria de las estrategias políticas, formas de irrupción y negociación que a lo largo de la historia crearon los pueblos indígenas y campesinos. Y también, es un espacio donde se puede encontrar las imágenes y las ideas de aquellos sujetos que históricamente han tenido la posibilidad de construir los proyectos de dominación en Guatemala, a los que queremos seguir interpelando.
3.    Reclamamos este lugar como nuestro, no porque hayamos tenido participación activa como investigadores indígenas, al contrario nuestra ausencia ha sido marcada como suele suceder en los escasos centros de investigación de este país; pero CIRMA se ha conformado, en gran medida, sobre el estudio de la realidad de los pueblos indígenas y campesinos. Por lo tanto, es vital retomarlo como un espacio para reconstruir la memoria desde los pueblos y de las comunidades indígenas, campesinos, mujeres y de sectores populares de Mesoamérica.
4.    Los acervos acumulados por CIRMA deben ser convertidos en lugares o espacios de memoria insurgente, porque la administración y el recuerdo del pasado ha de ser un trabajo desde los pueblos y desde las luchas.

Por lo anterior:

1.    Demandamos que este gran archivo mesoamericano que se ha formado sobre la imagen y la realidad de los pueblos indígenas, campesinos y demás luchas realizadas en Guatemala, no sean sacados del país, ni sean trasferidos a manos privadas.
2.    Qué no se defraude la confianza de los pueblos indígenas y campesinos, ni de las personas que han confiado su patrimonio a CIRMA.
3.    Nos solidarizamos con las y los trabajadores de CIRMA que fueron cesados del trabajo sin previo aviso.
4.    Si los rumores de privatización de la institución o de ser trasladada al extranjero, no son certeras, solicitamos información amplia sobre las decisiones que se han tomado.

Guatemala, 4 de diciembre del 2013

Edgar Eskit,  Comunidad  de Estudios Mayas
Aura Cumes, Comunidad de Estudios Mayas
Gladys Tzul, Comunidad de Estudios Mayas/
Colectivo de Fotógrafas Indígenas Con Voz Propia
Emilio del Valle Escalante, Comunidad de Estudios Mayas
Jovita Tzul, Colectivo de Fotógrafas Indígenas Con Voz Propia
Aura Marina Chojolan, Colectivo de Fotógrafas Indígenas Con Voz Propia
Miriam Batz, Colectivo de Fotógrafas Indígenas Con Voz Propia
Irma Gutiérrez, Colectivo de Fotógrafas Indígenas Con Voz Propia
Francisca Gómez Grijalva
Máximo Ba Tiul
Irma Alicia Velásquez
Ajb’ee Jiménez

Tuesday, November 12, 2013

Entrevista con el Dr Demetrio Cojti - Chimaltenango, Guatemala 14 de enero de 2013

Aura Cumes, Gladys Tzul Tzul, Edgar Esquit y Emilio del Valle Escalante integrantes de la Comunidad de Estudios Mayas, entrevistaron al Dr. Demetrio Cojti, reconocido intelectual Maya Kakchikel, autor del libro Ri Maya' Moloj pa Iximulew (El Movimiento Maya en Guatemala) y varios artí­culos más. La entrevista tuvo como objetivo analizar la estructura de su trabajo y dialogar con respecto a sus propuestas metodológicas que pone en plano central el colonialismo interno y el colonialismo externo. En la entrevista se busca abordar las discusiones históricas y actuales en lo referente al estatuto de lo colonial. Esto último es parte central en los objetivos de la CEM quien se interesa en construir Genealogí­as de lo Colonial.

Para acceder la entrevista, ir al enlace: https://archive.org/details/EntrevistaConElDrDemetrioCojti 

Demtrio Cojti (De Diario de Centroamerica 13 de noviembre 2013)


Monday, September 2, 2013

Criminalización y negación de la política comunal maya en Guatemala

Edgar Esquit
Comunidad de Estudios Mayas

El pasado de los mayas en Guatemala es negado de dos maneras, por un lado se les considera como seres sin historia y por el otro se les atribuye un pasado de aberraciones. La lógica argumentativa dominante pareciera indicar que si los indígenas no tienen historia ellos simplemente deben sumarse a la nación como individuos, es decir, sin derecho políticos colectivos. Lo que se pretende mostrar en este artículo es que estas nociones dominantes basadas en la negación tienen consecuencias catastróficas en la vida cotidiana de los mayas y en la definición de sus derechos como pueblos en la actualidad. No obstante también se observan las formas en que los mayas vuelven a revertir estos actos de negación y sometimiento.

En el primer caso de negación se produce un efecto de amnesia pues se considera que los seres humanos definidos como indígenas simplemente carecen de historia, nadie sabe o tiene conocimiento sobre el pasado de estas personas o estos grupos o si se posee alguna noción al respecto, no tiene ninguna importancia mencionarla o discutirla. En este caso el argumento más recurrente es el que afirma que todos los habitantes de este territorio somos guatemaltecos o en su defecto, todos somos hijos de Dios. Vinculado a esta lógica argumentativa se ha creado la idea de los mayas como seres atemporales, son figurados como personas cuya vida no se transforma o como resistentes al cambio. (1) Para muchos las mujeres son el vivo ejemplo de ese mundo quietista, ellas usan un traje que no cambia desde su imposición colonial hasta la actualidad. Los indígenas como seres alejados de la historia o detenidos en el tiempo forman imaginarios que conduce a algunos a ignorarlos o a no pensarlos pues si son así, su existencia es indeseable e indigna desde este punto de vista.


Por el otro lado los indígenas o los indios surgen y existen como seres limitados y confinados a esa situación histórica. El pasado que se dibuja o imagina es uno de carencias debido a que los indígenas o los indios aún no alcanzan llegar a ser, sus vidas son insuficientes en sí mismas. Al mismo tiempo se considera que esta insuficiencia es algo prevaleciente y por eso aquellos, en muchos sentidos son considerados seres que viven en el pasado. Lo que resulta de esta formulación discursiva es la conformación de otros alegatos y políticas de control. Si el indígena es incapaz de intervenir sobre su propia vida entonces, ésta debe ser controlada por otros que en nuestro caso son el Estado, el ejército, los finqueros o las elites capitalinas. Estrechamente vinculado a esta noción general permanece el imaginario del indígena como mozo y como sirvienta. Su existencia duradera en el tiempo es vinculada a esta condición que esquiva cualquier otra construcción de  sentido histórico y político.


La conformación de la nación guatemalteca en los siglos XIX y XX tuvo una estrecha relación con estos escenarios en los que sociológica y epistemológicamente fueron colocados los mayas. Es verdad que los indígenas y demás sectores populares lograron la ciudadanía de una manera gradual, pues las constituciones poco a poco fueron integrando en la vida política a los incivilizados. Lo básico aquí es que a pesar de esta oportunidad de participación política otorgada la mayoría de estas personas fueron vistas como seres que mantuvieron o conservaban sus carencias o vacíos. Así, aunque en la última parte del siglo XX todos los habitantes adultos del país eran considerados ciudadanos siempre se pensó que las mujeres, los indígenas, los campesinos, las clases bajas, las analfabetas no ejercían una ciudadanía civilizada. Aunque ellos podían votar o ser electos para algún cargo público en todo momento había reservas sobre su capacidad para llevar adelante su tarea y actividad política. Desde una perspectiva dominante las mujeres carecían de capacidades humanas e intelectuales, los analfabetas no poseían los conocimientos y razonamientos certeros y los indígenas o indios padecían taras raciales vinculadas a su historia antigua, colonial y también a la condición campesina y de analfabetismo. De esta manera la ciudadanía de todos ellos siempre fue cuestionada, quedaba en entredicho, duda y desconfianza.



Autoridades kaqchikeles de Patzicía, 1959

En la segunda parte del siglo XX el indigenismo intentó darle un tratamiento cultural a las carencias mostradas por los indígenas. Ellos intentaron limpiar la cultura revalorizando todo aquello que no contradecía el mundo moderno. El multiculturalismo e interculturalismo oficial de nuestro tiempo regresa sobre esta práctica culturalista revalorizante que intenta controlar a los pueblos indígenas mediante el otorgamiento difuso y limitado de derechos culturales y sociales. Podemos observar que en estas soluciones los grupos dominantes se otorgan el derecho de autorizar la diferencia cultural y de construir un imaginario histórico sobre la relación de los mayas del pasado y del presente. Así se demuestra que el indigenismo y multiculturalismo son tratamientos culturalistas a problemas políticos históricos y actuales.

La ciudadanía guatemalteca controlada y las soluciones culturalistas así, surgieron como formas concretas de borrar u ocultar las actividades políticas históricas y contemporáneas en las comunidades mayas. Estas formas de control también especificaron que cualquiera acción de protesta desde aquel lugar sería entendida como disidencia, colocada en la ilegalidad y considerada como aberración. La historia política de los mayas de esta manera fue proscrita y los hombres y mujeres que mantuvieron sus formas de organización política comunal, su liderazgo, su protesta y resistencia, fueron objetos de persecución. Para participar los individuos (con identidad maya) debían colocarse en los ámbitos políticos autorizados es decir, el Estado, los partidos y la sociedad civil.


Las comunidades y los liderazgos mayas han desafiado de múltiples maneras este orden creado y han establecido una fuerte actividad política en la legalidad e ilegalidad. Hoy por hoy podemos encontrar múltiples rastros en la memoria y en los archivos sobre esta actividad política dentro de la nación y Estado guatemalteco. En los mismos lugares, podemos encontrar indicios sobre el tratamiento dado por el Estado, los finqueros, muchos sectores ladinos y el ejército a los hombres y mujeres que actuaron como dirigentes de la política comunal maya. En términos generales podemos hablar de la tolerancia, de la recurrencia a la ley y de la aplicación de la violencia como formas comunes para tratar o contener dicha acción política subalterna.


Durante los siglos XIX y XX, cuando la actividad organizativa maya fue útil al Estado y a los grupos dominantes, porque ayudaba a mover el aparato de control, ellos la toleraron, al contrario cuando desafiaba abiertamente los sistemas de control, estas formas de liderazgo y política disidente eran denunciadas como ilegales y los líderes eran perseguidos hasta ser advertidos, encarcelados y torturados. En muchos otros momentos dichos dirigentes simplemente eran asesinados o amenazados para darle fin a su actividad política comunal en la legalidad e ilegalidad. Como se ve la nación y el Estado guatemalteco se fundan sobre esta construcción política y social, de violencia y legalidad. En los dos siglos de formación del Estado guatemalteco nosotros podemos identificar esta lógica política y de disciplina amenazante, pero también podemos observar su reorganización en base a recambios y readaptaciones.


Los líderes comunales y campesinos mayas, xincas y mestizos que actualmente están desarrollando una fuerte actividad política y de protesta en contra de la extracción minera, la instalación de hidroeléctricas o que en términos generales defienden el uso histórico-autónomo de los territorios (2) enfrentan el poder disciplinario y del orden legal guatemalteco.  Lo importante en todo este proceso es entender la fuerte imbricación (3) entre estos mecanismos de normalización usados para mantener la subalternidad o la dominación sobre los mayas, campesinos y la vida rural.


En los siglos XIX y XX la amenaza en contra de líderes comunitarios siempre se desenvolvió desde el ámbito legal y de violencia que imperó en el país y también en la unión de estas dos esferas que intentaron mostrar la legalidad del acto de persecución. Así pues, examinar la lógica de la persecución legal y la violencia en contra de líderes comunitarios y campesinos, por ejemplo los casos de Juan López (CUC) Crisanta Pérez (San Miguel Ixtahucán) Daniel Pascual (CUC) Saúl Aurelio Méndez, Antonio Rogelio Velásquez, Hermelinda Simón y Daniel Pedro Mateo (Santa Eulalia y Barillas) es indispensable. Incluso la violencia sufrida por niños como David Estuardo Pacay y Ageo Isaac Ruiz (Cobán) nos revela las condiciones que facilitan al Estado y sectores dominantes la definición de todas estas personas como delincuentes, terroristas, personas manipuladas y no como hombres y mujeres que viven y conducen la política comunal.  



Consulta comunitaria, Zona Reyna, 2011 

La acción que viabiliza la persecución legal e ilegal en contra de los líderes comunitarios es el acto de borrar la identidad política comunal la cual está estrechamente vinculada con la actividad de negación de la historia de las comunidades y del liderazgo maya, xinca, mestizo o de cualquier otro tipo. Esto significa que una mujer-maya-líder-comunitaria-rural fácilmente puede ser perseguida como delincuente o terrorista debido a las condiciones históricas, sociales, legales y de violencia en que operan estas identidades que porta y a partir de las cuales se acciona políticamente. La negación del vínculo político que estructuran estas identidades es lo que viabiliza la persecución y finalmente da forma a la violencia política que -desde el poder- es entendida como cumplimiento de la ley, persecución del terrorismo o de la delincuencia común. Es así como se produce la negación de las identidades políticas mayas, en una estrecha relación entre imaginarios históricos racistas, coloniales y condiciones sociológicas actuales a nivel nacional y mundial.

El acto de negar las identidades políticas mayas, sin embargo, no es algo que opera de manera unánime o lineal borrando la memoria de los subalternos o de la comunidad. Sobre la base de sus luchas pasadas y recientes ellos construyen nuevos símbolos con el fin de recordar la dominación, con el propósito de pensar los caminos trazados y para desafiar nuevamente el poder del Estado y el de las élites. Daniel Pedro Mateo el líder comunitario asesinado en abril del 2013 en Santa Eulalia, Huehuetenango, ahora ha sido declarado Mártir y Héroe Jolom Konob’ en aquel pueblo. De esta forma los q’anjob’al establecen un vínculo profundo entre sus imaginarios sobre el pasado político y cultural de sus comunidades con las luchas y desafíos que les presenta el Estado y el mundo capitalista del siglo XXI. Aún si su política es negada en muchos ámbitos, fuera de la comunidad o de la región, ellos continúan actuando desde dichas identidades políticas comunales y de esta manera se forjan un lugar –autónomo- en el presente y el futuro de la humanidad.


---

(1) Véase Diana Nelson. Man ch’itil un dedo en la llaga, Cholsamaj, Guatemala, 2006.

(2) Tomo esta noción de Gladys Tzul Tzul, notas intercambiadas por correo electrónico.  
(3) Michael Foucault. Defender la sociedad, Fondo de Cultura Económica, México, 2002.