Un idiota sin límites
Aura Cumes
Según las
definiciones de la RAE, idiota es alguien corto de entendimiento, que carece de
instrucción sobre algo y habla sin fundamento. Pero, lo más lamentable de un
idiota es que no se da cuenta de su condición porque es engreído, jactancioso o
petulante. Así que si alguien se gana este calificativo, no estamos ante un
insulto, sino ante la descripción de su condición. Al individuo Martín Banús,
autor de la columna “El indígena feo”[1], el
calificativo de idiota, incluso le queda corto, pero me parece que lo refleja
en gran medida. Su patético escrito llegó a mi correo electrónico el mismo día
en que salió, sin embargo no le puse la menor importancia. A pesar de la
indignación de muchas personas yo estaba del lado de quienes piensan que no
tiene sentido desperdiciar nuestro preciado tiempo en darle vueltas a ese tipo
de pensamientos basura. Esta valoración no es exagerada, pues la columna
en mención, no tiene la más mínima seriedad, menos invita al debate. Su autor
vomita sus más sórdidas injurias contra la gente indígena, creyendo que está
pensando en “novedades” que “nadie se atreve a decir”. Es hasta risible su perversa
estupidez. Cualquier análisis, básico pero serio, vota de un chasquido sus ridículas
extravagancias. Y no se necesita saber leer para ser cuerdo e inteligente.
El tétrico personaje en mención, además de inculto, no tiene límites, pero
¡vaya paradoja!, ¡es un columnista de prensa! que desnuda su pobreza humana e
intelectual con total irresponsabilidad. Así se desperdicia en este país la
libertad de expresión. Si su escrito sirve de algo, es para dos cosas. En
primer lugar ilustra con elocuencia el desmedido poder que siguen ostentando las
castas que nos ha gobernado por siglos y que se siguen atribuyendo autoridad moral
sobre los indígenas, para esconder los beneficios de su más viejo racismo. Es
que es impresionante escuchar la voz de una momia racista del siglo XVI en el
siglo XXI. Las castas que este sujeto Banús representa, no
entienden nada del entorno en que viven. No hay peor lastre para una sociedad
que tener como gobernantes y como “pensantes” a este tipo de castas incapaces
de ver la historia, la realidad compleja y de salirse de sí mismos; se creen
modernos y progresistas, pero están encerrados en sus propias celdas, en su
mundillo parasitario, pues viven a costa del trabajo de mujeres, hombres, niñas
y niños mayas y ladinos pobres.
La segunda
cosa para la que el artículo de Banús sirve es para dejar constancia de la
vigencia de las ideas que alentaron el genocidio contra los Pueblos Mayas. Sus
palabras llenas de desprecio y hostilidad, bien pueden tomarse como una
incitación para justificar delitos de lesa humanidad contra los Pueblos Mayas. Frente
a esto, es difícil entender qué motiva a ciertos mayas (como a otros ladinos de
izquierda) a besar las botas de los generales, salir en su defensa, integrar
sus partidos o formar parte de sus gobiernos. Pero los demás partidos no están
libres. Infelizmente las ideas siniestras sobre los Pueblos Indígenas, están
vigentes en la mayoría de partidos políticos. Y más que eso, el mal Banús,
impregna cualquier espacio de la sociedad guatemalteca. Solo desde el sistema
colonial y desde el racismo ha sido posible designar a estos espeluznantes
personajes como “agentes del progreso”. Sabiendo esto, hay que estar alertas y
tener dignidad para evitar convertirnos en engranajes para llevar adelante sus perversas
maquinaciones.
Finalmente, la
razón por la que decidí escribir, no es para debatir con este hombre, sino sencillamente
para manifestar mi repudio y mi hartazgo por el desmedido poder que ostentan
individuos miserables como Banús, cosa solo posible en este país fundado en la
injusticia, la impunidad y la traición.