Chuimeq’ena’ 5 de enero de 1875
Gladys Tzul Tzul [1]
Chuimeq’ena’ (Totonicapán) 5 de enero de 1875. Se nombra como auxiliar del cantón Paquí al
señor Felipe Amézquita; actos similares
están ocurriendo en los otros cantones de Totonicapán. El dispositivo es el
siguiente: se imponen a autoridades externas de las comunidades
para que sean auxiliares en la alcaldía de Totonicapán[2]
¿Qué es lo que quieren controlar? Los elementos para responder esta pregunta, se rastrean a la política comunitaria de 1872, cuando los
cantones de Totonicapán han iniciado un proceso de compra comunal de
tierras. En esos años han iniciado las
acciones de la reforma liberal y las tierras se están desamortizando, ese acto
es hábilmente aprovechado
por los
k’iche’s para comprar tierras.
Las cantones de Totonicapán comprenden que una manera de asegurar
sus tierras es ampliarlas y por eso
deliberan y deciden un proceso de
compra comunal que se inicia en febrero de 1872, finalizando la primera
etapa de compra el 4 de enero de 1875. Para los k’iche’s la ampliación territorial significa básicamente la consolidación de la
soberanía territorial, en tanto el territorio es nuestro, entonces podemos decidir su uso. Llama la atención que aún y
cuando la compra no sabotea el sistema liberal de expropiación de tierras, las comunidades revierten el objetivo de la desamortización, ya que la forma de apropiación es posibilitada
desde un uso común de la tierra y esto en si mismo es una desviación de la política liberal; la compra no es por la vía individual privada y tampoco se hace un
uso privado de un solo dueño, sino que el uso se organiza a partir de la autorregulación de
las estrategias de tramas de familias ampliadas. Ese ejercicio soberano que
se ha realizado y que se fortalece con la apropiación de tierras es lo que quieren
frenar al imponer “auxiliares” externos a las comunidades.
Examinado con 139 años de distancia, este acontecimiento dota de
elementos para comprender como funcionan los mecanismos de control y dominación sobre las sociedades indígenas hoy día. Estas formas
de dominación del poder liberal –municipal se han venido actualizando. Acerca
de ello, las investigaciones de Edgar Esquit nos han presentado de manera
profunda y compleja las estrategias y las formas de intermediación indígena en las sociedades
kakchiqeles[3] pero
mi interés no se concentra en los intermediarios, sino mas bien a examinar las formas que cobra la persistente acción de saboteo e
interpelación al orden de dominación colonial desde una matriz política comunal.
En otros textos he reflexionado acerca de la confrontación directa y abierta contra la dominación, en esta oportunidad quiero
poner atención en las estrategias de sabotaje y erosión de la dominación desde
los lugares que no precisamente la contradicen, o al menos no aparentemente. Sin
embargo son estas estrategias las
que también permiten por un largo tiempo las posibilidad de asegurar la vida. Tal y como ocurre hoy
día en Totonicapán, la vida esta
asegura porque se tiene agua que
emana del bosque comunal, solo por
nombrar lo más obvio.
Entonces, sabemos que los mecanismos de dominación se han
sofisticando, algunas veces la violencia y la dominación es abierta y ahí es posible distinguir
el antagonismo. Pero, ¿Cómo opera
la dominación, cuando no es violenta?, ¿Cuáles
fueron las condiciones políticas en las comunidades para que esto fuera
posible?. A continuación presento una aproximación que da cuenta de que la
dominación cotidiana es continuidad de la
violencia directa.
En Totonicapán, la alcaldía indígena había sido la institución desde donde se
organizó uno de los actos que fracturó el orden de mando colonial en los años de 1820. La expresión que sigue perdurando en la
memoria política de las mujeres y los hombres de Totonicapán y
que inspira las luchas actuales es la potencia y el despliegue de la política
anticolonial cuando en asambleas comunitarias se declararon independientes de la colonia y de los criollos. Previo
a ello,
había ya ocurrido una serie de eventos
asamblearios donde se obligaban a los recolectores de tributos a devolver los que habían cobrado, después que se había retirado
la obligación colonial de pagarlos. También
es sabido que después de tan
importante rebelión ocurrió una serie de actos de represión, que iban
desde el encarcelamiento de varios de los participantes hasta la intimidación en las comunidades. Es decir, a ese momento extraordinario de
potencia política lo
quisieron desmantelar con un
largo proceso de represión. No es
difícil imaginar que después de la rebelión encabezada por las comunidades y por
Atanasio Tzul, Felipa Tzoc y
Lucas Akiral, se redoblaran el ejército
y los mecanismos de seguridad colonial.
Segundo, en los años de 1870, en
pleno proceso de régimen liberal, los
cantones organizaron un proceso colectivo para la compra de
tierras. En efecto, a partir de 1871,
Totonicapán se encuentra en pleno proceso
de compra de tierras para ampliar las
tierras que poseían, gobernaban y
cuidaban en la colonia. ¿Qué pensaron
sobre la compra comunal los criollos
liberales y quienes dirigían los ámbitos locales? Ellos sabían muy bien que la compra de tierras
alimentaba poderosamente la
soberanía que los cantones ya habían
ganado hace ya mas de 50 años cuando erosionaron el
poder colonial; de tal forma que el
aumento de tierras comunales,
representaba una poderosa forma de
asediar el poder colonial recompuesto en
las estructuras liberales del Estado guatemalteco.
Por eso los criollos decidieron intervenir directamente sobre las estructuras de gobierno comunal. Ahora
bien, no perdamos de vista que en las comunidades
la organización para la compra de tierras
estaba ya desplegada, entonces ¿Cómo respondieron a esas despótica intromisión?.
Introduzco un elemento más –entre varios- que pueden apoyar nuestras ideas y esta
es: lo que la lengua colonial denomina “auxiliar”, las comunidades las
llaman autoridades, y en tanto
autoridades son delegados, electos y nombrados en asambleas para prestar servicio. Su trabajo no devenga pago, porque
esa es su responsabilidad con el común, las personas que
son electas tiene que rendir permanentemente informes de sus actividades a
las asambleas de las comunidades, y por esas
fechas eran ellos los que se encargaban de recolectar el
dinero para la compra de tierras. En ese
¿A quién le rendía cuentas
el auxiliar Amézquita?, ¿Al cantón Paquí o a la municipalidad de
Totonicapán? y de manera más radical
¿Las comunidades lo hacían parte
de las asambleas para decidir lo concerniente a los problemas en común? Seguramente
no. Seguramente lo vieron como un policía vigilante de las actividades y encontraron
maneras de realizar las actividades
comunales en los tiempos no
vigilados.
El historiador Sergio Serulnikov,
dice que cuando interpretamos
el presente se nos alumbran las formas de comprender el
pasado. De tal manera que tenemos por delante el recurso de la imaginación
política y la experiencia histórica para poder desactivar las formas de represión que han surgido después
de la lucha contra la reforma constitucional, contra el aumento de tarifas de
la electricidad y contra el funcionamiento despótico del Registro Nacional de
las Personas RENAP, solo por decir unas
de las variadas luchas que hoy día están
abiertas en Totonicapán.
Bibliografía:
Serulnikov, Sergio.
Conflictos sociales e
insurrección en el mundo andino colonial.
El Norte de Potosí en el siglo XVIII. Fondo de cultura económica.
Argentina 2006.
Esquit, Edgar. La superación del indígena: la política de la
modernización éntrelas elites indígenas
de Comalapa, siglo XX. Institutos de Estudios Interétnicos.
Universidad de San Carlos de Guatemala. 2010.
Otras Fuentes:
AGCA. Archivo General de Centro América. Jefatura Política
de Totonicapán. Legajo 7.
[1]Agradezco los
comentarios y sugerencias que recibí de mis colegas de la Comunidad de Estudios Mayas. Claro, los errores, son de mi responsabilidad.
[2] Esta información se puede constatar en las
actas de la Jefatura
Política de Totonicapán que se encuentran en
los anaqueles del Archivo General de Centro América. Paquete 7.
[3] Al respecto ver Esquit, Edgar.