Hermana Rigoberta
Aura Cumes[1]
Empiezo diciéndole
“hermana Rigoberta”, haciendo mía esta frase de cercanía, que la estudiante Ana
Gatica[2],
de un pueblo Nahuatl de Guerrero, México, usó para interrogarla, luego de que
usted instara al voto, en un evento sobre “Democracia y Cultura de Paz”. Esto ocurrió a la vez que usted “exhortara” a
los padres de los estudiantes de Ayotzinapa, desaparecidos, “a no ocultar la
verdad”, en una conferencia del Instituto Nacional Electoral (INE)[3].
Según declaraciones de los medios de comunicación mexicanos, usted llegó
invitada por el INE para promocionar la democracia y el voto en México, como
visitante extranjera. Sin embargo, tal promoción ha sido recibida por diversas
organizaciones como otra imposición más, de un gobierno que desde sus inicios
ha dado muestras de ineptitud, y usado desmedidamente la violencia para aplacar
la crítica y las propuestas venidas de distintas iniciativas del pueblo. Hay
rechazo porque se está forzando a la población, en este caso, de Guerrero, a
votar cuando se tiene a candidatos sospechosos de participar en la desaparición
y asesinato de jóvenes, y cuando las autoridades se niegan a escuchar las
demandas de un pueblo que exige la pronta aparición de los estudiantes de
Ayotzinapa.
A tal grado
ha llegado la imposición de la “democracia”, que directivos del INE han dicho públicamente
que no se dejarán “chantajear por un grupo de inconformes” que “pretenden
impedir el desarrollo de los procesos electorales”, típico discurso de los
caudillos latinoamericanos. Más aún, el presidente del INE, Lorenzo Córdova ha
sido sorprendido ridiculizando a los Pueblos Indígenas[4],
como puede escucharse en una grabación ampliamente difundida. En este contexto y
con estas evidencias hermana Rigoberta, ¿por qué legitimar con su imagen a quienes
desprecian a los Pueblos Indígenas y han querido someternos y exterminarnos? Por
eso, comparto la indignación de esta joven que le dice: Hermana Rigoberta. Admiro su
lucha, que hemos estudiado en varios momentos, yo junto con otros colegas. Admiro
que esté aquí y disculpe esta pregunta, no sé cómo nos pueden llamar a votar… como
pueden pedir mi voto… Mientras comparte las poderosas razones para no
votar, narrando como desde el 26 de octubre del 2012, al 30 de mayo del 2015,
puede contar cincuenta jóvenes desaparecidos y algunos asesinados, sigue
diciendo, señora Rigoberta Menchú, la
indignación y la rabia no se pueden acabar y sé que usted lo entiende.
Usted lo entiende por la dura experiencia que le ha tocado vivir en tanto
indígena. Frente a la solicitud suya de pedir un minuto de silencio por los
desaparecidos, Ana Gatica, es contundente en decirle, que si se hiciera un
minuto de silencio por tantos desaparecidos y asesinados, “nos quedaríamos
callados eternamente”. Esa es la realidad de nuestros países.
Según los
medios mexicanos, usted se dejó comprar por diez mil dólares, pero no creo que usted
necesite de ese dinero. En Guatemala usted también participó como Embajadora de
Buena Voluntad de un gobierno de derecha, tremenda decepción para quienes
esperábamos que liderara nuevas formas de hacer política, reivindicando a los Pueblos
Indígenas, perseguidos y masacrados por estas mismas élites coloniales que se
quieren dar aires de “democráticos”. Entiendo que en su papel de diplomática,
de embajadora de la paz, usted desea promover la “reconciliación”, sin embargo,
¿Cómo quedan los juegos de poder en todo esto? Si la mediación para la paz se
hace convenciendo o imponiendo al pueblo las propuestas de los poderosos,
nosotros, los Pueblos, salimos perdiendo. Si es así, la paz, o no significa
nada, o significa sometimiento. En la ceremonia del INE en que le dan la
acreditación oficial, la presentan a usted como un símbolo de paz y concordia en el mundo[5],
como quien encarna la no discriminación y
la inclusión de la causa indígena en la región y en el ámbito internacional [6],
como una misionera de la paz y la
democracia[7].
Por esta razón hermana Rigoberta y por las razones que la llevaron a obtener su
alta investidura, usted misma sabe, que las elites coloniales que nos han
gobernado en Latinoamérica, muchas de las cuales se han convertido en mafias, han
buscado imponer su modelo de “paz” con violencia. Así lo han denunciado quienes
buscan incansablemente a los estudiantes de Ayotzinapa, desaparecidos.
Se preguntara
usted, quizás, si es que estas líneas llegan a sus manos, quien soy yo para
dirigirle estas palabras. Soy una mujer maya preocupada por la habilidad de los
poderosos “intocables” para legitimarse a través de mimar a personajes,
dirigentes populares, mujeres e indígenas para disimular sus formas de
violencia, de opresión y de dominación contra las multitudes que estas figuras
representan. Mientras como personajes podamos salir en sus fotos o decorar sus
mesas, estas élites siguen comiéndose nuestras vidas, nuestros bienes y la vida
de nuestros pueblos. No creo que usted ignore eso. O quizás le pasa lo que a ciertos
personajes importantes, cuyos asesores solo les trasladan los mensajes que
endulzan sus oídos y los adulan, evadiendo lo que el pueblo –en su
heterogeneidad y complejidad- piensa.
Me solidarizo
con las familias de los hermanos estudiantes desaparecidos y con quienes siguen
incansables en la lucha por tenerlos de vuelta y con vida. Mi admiración por el
pueblo mexicano -indígenas y mestizos, mujeres y hombres- que no se doblega ante
la violencia ejercida desde el poder. Nuestros países viven problemáticas
parecidas porque el capitalismo, el colonialismo, el patriarcado y el
neoliberalismo traspasan fronteras; los poderes que pretenden dominarnos tienen
características transnacionales y hay elites económicas concretas que se
benefician de ello. Coincidimos en la realidad que vivimos y en las reivindicaciones
que tenemos, por esto, no comparto la defensa de ningún nacionalismo a ultranza,
porque mientras nos dividimos defendiendo una patria que nos es ajena, hay un
poder trasnacional que está comiéndonos.
Por eso, mi
indignación no es solo hacia lo que usted dijo hermana Rigoberta. Con gran tristeza
veo cómo sus cuestionadas palabras, han sido la excusa perfecta para revivir el
racismo hacia los rostros morenos, las facciones, los cuerpos indígenas y contra
la supuesta ignorancia de los iletrados.
Las expresiones que escuchamos hace veintitrés años cuando recibió el Premio Nobel
de la Paz, afloran, con gran parecido a aquel tiempo. ¿Habrá necesidad de tanto
racismo y xenofobia para mostrar indignación? Es curioso cómo hay gente que
condena una injusticia sobre la base de cometer otra. Ha sido tan condenable la
actitud del señor Lorenzo Córdova, pero en los comentarios contra la Sra.
Menchú, abundan sus clones. ¿Cómo se puede defender a los estudiantes de
Ayotzinapa, muchos de ellos indígenas, burlándose y degradando a los indígenas
en la figura de la Sra. Menchú? No cabe duda que a tanta gente en nuestros
países, los espejos les siguen mintiendo o quizás se los hayan escondido para
que no se atrevan a ver sus rostros y recordar su historia. Si hubiera sido un
hombre blanco el causante de la polémica, se estuvieran discutiendo sus
palabras, pero como es una india, se
ataca su cuerpo. No es necesario usar el racismo, la xenofobia y el rancio
nacionalismo para desaprobar con contundencia, lo que la Sra. Menchú ha dicho y
avalado. Pienso, si así con esa fuerza –más no con ese contenido- se cuestionara
a quienes nos pretenden gobernar, México no tendría un Enrique Peña Nieto de
presidente ni Guatemala a un Otto Pérez Molina, con todas sus réplicas locales.
Como le es
muy conocido, hermana Rigoberta, a una persona indígena, principalmente mujer,
un error, le cuesta cien veces más que a un blanco dominante en estos países
donde el racismo-sexismo colonial, siguen siendo una realidad cotidiana. Pero me
pregunto si lo dicho por usted en México es o no una equivocación. Porque puede
ser que su posición haya sido deliberada por las razones que fueran. Si esto es
así, podría interpretarse que ha decidido no simbolizar a quienes cuestionamos los
poderes gubernamentales coloniales y capitalistas, esos mismos que nos han
despojado a lo largo de la historia y siguen haciéndolo. Personalmente deseo
que haya sido un error que merece una disculpa pública, como lo está esperando tanta
gente, que sigue confiando en su independencia.
Escribí esta
carta, además, impresionada por el racismo y xenofobia que todo esto desató. Frente
a ello, me pregunto cómo las personas y los Pueblos Indígenas enfrentamos estos
crueles ataques. Y si hay algo que a muchos no nos han podido quitar, es la dignidad.
No nos hemos doblegado y seguimos caminando con la esperanza de encontrar un
nuevo amanecer para todos los Pueblos, pero eso solo lo lograremos siendo libres
y autónomos, nunca bajo la bota de los poderosos. Hermana Rigoberta, me atrevo
a decir que los Pueblos la necesitan más que los poderosos, pero la necesitan
como a una más, para seguir labrando el presente y el futuro en colectivo.
Guatemala, 1
de junio del 2015.
[1] Maya Kaqchikel de Guatemala.
[2] https://www.youtube.com/watch?v=Lbrxuev0t-0
[3]
https://www.youtube.com/watch?v=_WoPIF-BS90
[4] “…Ya les di asesoría a los de los pueblos indígenas
cabrón (risas). No, hay que escribir unas crónicas marcianas desde el INE
cabrón (risas) No, no exactamente, Ray Bradbuy Reloaded (escritor de crónicas
marcianas)… desde las dramáticas reuniones con los padres de Ayotzinapa hasta,
este cabrón, que no mames, no voy a mentir te voy a decir como hablaba ese
cabrón “yo jefe gran Nación Chichimeca, vengo Guanajuato, yo decir a ti, o
diputados para nosotros o yo no permitir tus elecciones”…le faltó decir “yo
gran jefe Toro Sentado vive gran nación Chichimeca…No mames cabrón, está de
pánico… o acabamos muy divertidos o acabamos con siquiatra de aquí cabrón... https://www.youtube.com/watch?v=YXtkGI3byAI.
[5]
https://www.youtube.com/watch?v=Wqik-OQjyXg
[6] Ibíd.
[7] Ibíd.
No comments:
Post a Comment